3/21/2008

Bajan

Te vi. En un mugroso ómnibus sudamericano latía un pedazo de Dios. Tus ojos, oscuros como una entrada hacia el espacio, dos puntos de furia en tu cara blanca. ¿Serás sensato? ¿Habrás decidido ser hombre o no? O sí, y además bromeas con eso. Y además vas a casa, casi a la media noche, cruzando las sucias calles de Lima, mojadas por la lluvia en viernes santo.

Practicante de abogado, camisa gris, pantalón negro, mochila roja, te explotan. Te obligan a trabajar en feriado. Tu piel imberbe ha sudado todo el día. Mis palabras quisieran lavar tu imaginación, en una ducha de hotel, tu pequeño cuerpo podría flotar en mis fantasías.

Distraído, te comes las uñas. Nervioso, compulsivo, concentrado en no pasarte de la esquina donde, sin saber, vas a dejarme. Si me hubieras visto, si te hubieras sentado junto a mí… pero en un vehículo lleno de adormecidoscasimuertos es difícil estar atento.

Una frente que le hace sombra a la inteligencia, para que pueda pensar. Un par de líneas pobladas, como dos flechas que señalan tus labios y el camino que es. Blanco, traslúcido, lleno de historias que se rebalsan de dos parpados que aún no quieren cerrarse. Cerrarse antes de ser besado. Cerrarse para ser amado. -Bajan, bajan...

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