Posibilidades

Cuando te dicen que no, desaparece no sé qué sueño tonto de no sé qué tonta parte de tu tonta mente. Cuando te dicen que no, se rompe una parte importante de la escultura que andabas modelando telequinésicamente y hay que resanar.
Cuando te dicen que sí, algo nace despacito, unas alitas en tu espalda empiezan a crecer. Tú mente se infla, se infla, se infla para darle espacio al cielo, un cielo y una ciudad inmensa como una Roma iluminada, poblada de bellas esculturas.
Cuando te dicen que sí y te regalan un sueño, un pedacito de tiempo compensa toda una vida.
Cuando les dices que no, ¿qué les pasará a ellos? No lo sabes. Pero apostarías a que es distinto. Cuando les dices que sí “todo es hermoso”, él te dijo, pero no le creíste, sabiamente. Y dijo “te amo”, todo loco, desesperado, impaciente, inhumano. No le creíste, sabiamente.
Cuando les dices “te amo”, perdiste la llave de tu voluntad, perdiste el control de tu cuerpo; y tu tiempo, que es tu vida, se esparce sin remedio como una alfombra roja que extiendes a su paso. Y eres cualquiera, menos tú.
Cuando te dicen “te amo”, piensas más que de costumbre y observas más que de costumbre. Y ves esos pasos cómo caminan y ves ese cuerpo cómo se acerca, esos ojos, esas manos. Pero sobre todo quieres abrir ese cráneo y mirar ese cerebro, a ver si te sorprende. Y bien no podrías creer una sola palabra, pero eso no importa si frente a tus ojos se erige una vanguardista arquitectura neuronal.
Entonces derrochas palabras, gratuitamente, bellamente, son poesía. Derrochas tiempo, un poco de energía y tu feminidad es capaz de darles satisfacción en exceso, una total pérdida de tiempo en una noche limeña llena de posibilidades. Pero eso no te importa mucho porque tú buscas tu Roma y buscas ese pedacito de tiempo, y buscas sólo un pedacito, porque sabes que la gran vida está en tus manos, en tus esculturas, en tu mente y no en un sí o en un no efímeros como la última hoja de papel higiénico, imposible de reciclar.